Amigo empresario gastronómico formal y responsable, no te rindas.
Te vi mortificado todo el año pasado. Vi cómo te adaptaste, invertiste en tu espacio para cuidar a tu personal porque contigo no existe el home office. Vi cómo repensaste todo, tu carta, tu logística, hasta tu margen. También te vi con nuevas mochilas térmicas, el WhatsApp Business, y hasta desempolvaste tu bicicleta y/o alquilaste una motito. Te endeudaste con Reactiva Perú (si es que te tocó) para no quebrar. No tenías opción, lo necesitabas para no cortar la cadena de pagos. Sueldos, proveedores, alquileres… muchas personas y negocios dependían de tu empresa. Aunque fue una época negra para el sector, tras decenas de miles de negocios de comida cerrados, vimos el surgimiento de una singular competencia gracias a las aplicaciones delivery que dio paso a emprendimientos en dark kitchens, y hasta en casa. Vamos, la cocina es de todos y todos queremos sobrevivir, ¡bienvenidos! Finalmente, te vi un poco aliviado luego de un año para el olvido porque, aunque a duras penas, ya estabas acariciando el equilibrio. Sobreviviste.
Hoy te veo, te leo y te escucho… y siento tu frustración. Me gustaría pedirte, por favor, no te rindas. Porque tú le haces bien al país, porque eres representante de lo que más nos identifica como peruanos: nuestra cocina. Porque aunque las medidas de aislamiento te den la espalda, tu dignidad, tu integridad y tu cocina deben mantenerse firmes y dar la cara a la adversidad. Tú eres Marca País: tu trabajo, tu cumplimiento de las normas, tus impuestos, el empleo que generas, tu inversión que enriquece a este país y por supuesto tu sazón lo demuestra. Además te debes al cliente, a tu cómplice de siempre… y estoy seguro que no quiere verte caer. Esto es un bache más de los que ya estamos acostumbrados a atravesar. Ya estás curtido. No te rindas. No nos rindamos.
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